Recibe  en tu email todas las novedades sobre el sector Real Estate de Mallorca

Subscribírse

Si quieres compartir tu proyecto, perfil de empresa o artículo de opinión en LLAD

Escríbenos
OPINIÓN

Hora de cumplir, hora de cambio

Por Hans Lenz

El pasado 28 de mayo los ciudadanos de las Islas Baleares votaron, dejando totalmente claro que nuestra Comunidad Autónoma quiere un cambio y que lo pide de una forma contundente. La vivienda es el sector donde queda más fielmente reflejada la delicada situación en la que se encuentran unas islas que se ahogan por su atractivo, que son capaces de producir vivienda de altísima calidad, pero que fallan estrepitosamente a la hora de pensar en sí mismas, a la hora de generar espacios asequibles para sus habitantes.

La vivienda y el territorio han sido y serán dos de los principales puntos de debate y tensión ideológica en las Islas Baleares. Es perfectamente natural cuando se cuenta con un espacio limitado y una demanda exterior tan potente. No obstante, la sociedad demanda gestión y soluciones, un fin a las eternas discusiones ideológicas que nos han llevado a una situación agónica e insostenible. Debemos plantar cara al mayor enemigo para el bienestar de los ciudadanos residentes en las Islas Baleares. La práctica inexistencia de vivienda social y asequible está esclavizando injustamente a las personas a pagar precios inasumibles.

No existen unicornios a la hora de poner remedio a problemas tan complejos, tan antiguos. Las urnas dejaron claro que la sociedad ya no cree en las fórmulas milagrosas e inverosímiles que se propagaron en los anuncios durnate la campaña electoral. Preferimos estudiar modelos de gestión que funcionan. A veces solo tenemos que levantar la cabeza, dejar de mirarnos el ombligo y ver qué pasa a nuestro alrededor. El problema que sufrimos aquí existe en muchos otros lugares y sencillamente debemos dedicarle tiempo de estudio serio y objetivo para entender cuáles son las fórmulas que funcionan y aplicarlas en nuestra casa. Holanda, Manhattan, Viena y otros muchos sitios trabajan el urbanismo con modelos que nos pueden servir de ejemplo. Hemos exportado un modelo turístico a nivel mundial y ahora podemos importar modelos de vivienda eficaces y modernos para solucionar el reto.

El Partido Popular se ha distanciado de los atajos simplistas y no carentes de un cierto populismo que han marcado las recetas del Pacte de Govern: limitación de la compra a extranjeros no residentes, intervención en el mercado del alquiler vía la Ley de Vivienda aprobada in extremis antes de las elecciones y la continua limitación al crecimiento con el universal argumento de la protección del medioambiente. La nueva propuesta que han comprado los ciudadanos de las Islas Baleares es un modelo de gestión que alienta a pensar que pronto se podrá hablar de relajación en la fuerte tensión que reina en el acceso de vivienda en la comunidad autónoma.

El trabajo será duro porque hay muchos obstáculos para poder revertir la situación en la que nos encontramos. La apuesta por sacar al mercado viviendas vacías mediante estímulos fiscales, reconvertir espacios en desuso como locales comerciales vacíos en vivienda e igualar el skyline de Palma va a ser sin duda un alivio. Pero no será suficiente. Será necesario tener más contundencia.

El Banco de España nos acaba de alertar: si no activamos rápidamente los suelos urbanizables programados, no seremos capaces de dar respuesta a la falta actual de vivienda, ni al aumento que nos indica el INE. Nos guste o no nos guste, en los siguientes 15 años la población de Baleares será nuevamente la que más aumenta en España: pasaremos de ser 1,2 millones de personas a ser 1,5 millones.

La crónica falta de vivienda asequible para residentes aumentará drásticamente y no tenemos – ni por asomo – capacidad productiva como para hacer frente a esto. Se tiene que duplicar la producción actual de nuevas viviendas de unas 3.500 viviendas al año a 7.000 según cálculos del ex Director General de Vivienda del Govern Balear, Eduardo Robsy. Indudablemente, dentro de esa cifra, tiene que incrementar exponencialmente la vivienda plurifamiliar y decrecer la producción de la vivienda que mal llamamos “de lujo”.

Según los datos del Colegio de Arquitectos de Baleares, en los años 90 construímos 3,6 viviendas por nuevo habitante y desde hace más de 10 años nos hemos quedado en 0,3 nuevas viviendas. Aunque resulte impopular hay que aprobar con total urgencia una tramitación exprés para las urbanizaciones programadas de Baleares. En el caso de Palma esconden hasta un 60% de vivienda social que aflorará en un plazo de dos a tres años si nos ponemos a trabajar enseguida. Será imposible cumplir con el tamaño del reto al que nos enfrentamos sin medidas valientes y contundentes. La materia prima principal para construir vivienda es el suelo y hay que ponerlo a disposición con urgencia.

Un Decreto de Emergencia Habitacional puede solucionar la ecuación y la velocidad que requiere tan mayúsculo reto. No nos podemos permitir el lujo de esperar otros diez años para sacar estas urbanizaciones adelante. Será también la oportunidad para regular las tipologías de vivienda que requiere una sociedad moderna del siglo XXI: residencias demestudiantes, senior living, profesionales, etc. Será el momento de replantear nuevas densidades, el crecimiento en altura e incrementar notablemente la eficiencia en la gestión de los pocos recursos con los que contamos. Todo tiene que ir dirigido a la finalidad de construir viviendas a precios que un residente en Baleares pueda cómodamente pagar.

Todo el know-how de un sector muy competitivo a la hora de producir vivienda de lujo, toda la capacidad de un sector financiero muy sensibilizado con el reto de Baleares y ahora un claro cambio político se han puesto como objetivo arreglar este problema. No habrá milagros, será un esfuerzo arduo que conllevará algunas decisiones impopulares, pero el bienestar social y un futuro mejor para las generaciones que nos siguen bien merecen estos sacrificios. Es la hora de cumplir, es la hora de crear ese cambio.